Terapias que transforman: La experiencia en la Villa Jorge Yarur Banna

Hace ya unos ocho años, según recuerda Natalia, pudo observar desde la ventana de su auto, una pequeña llegando por primera vez a la Villa Jorge Yarur Banna. Tenía en sus brazos un oso de peluche casi de su porte y en su espalda cargaba una mochila, que parecía llevar mucho más peso de lo que la niña podía resistir.

Y esa imagen, tan gráfica, fue la que se ancló en su corazón y movilizó su mente para colaborar. Natalia Ceballos es educadora de párvulos y también terapeuta floral, sanadora pránica y trainer en Programación Neurolingüística. Y esa mezcla de formaciones como terapeuta holística y profesora, más su experiencia con niños y niñas vulnerables y sus familias en una escuela de San Bernardo, le dieron la certeza de que sería un aporte en favor del bienestar de las niñas de la residencia.

Como se dice en buen chileno “se pensó y se hizo”. Presentó un proyecto de voluntariado y al cabo de unos meses estaba trabajando en la residencia. “Teníamos un grupo con las niñas más pequeñas de la residencia y hacíamos sanación pránica grupal, mientras una de nosotras hacía algo manual con las niñas”.

Unos años después el voluntariado se transformó en un proyecto conjunto con la residencia y el Centro de Innovación y Estudios, financiado por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia. “Se tomó la experiencia de los años anteriores, en donde fui aprendiendo de la Villa que uno tenía que ser autónoma, porque las urgencias de la residencia son miles; que tenía que ser algo individual, porque las niñas nos requerían al cien; que en el caso de las niñas más pequeñas había que hacer algo manual y que tienes que tener mucha tolerancia a la frustración, porque a veces vas y no resulta nada”.

Características de las terapeutas

Y desde esa necesidad invitó a otras terapeutas a hacerse parte del proyecto. “Era súper importante que se sumaran personas que realmente quisieran, que no me iban a dejar botada al segundo mes, porque las niñas necesitan la continuidad” como también del carisma, la alegría, la afectividad y el cariño de quienes se involucrarían en el proyecto.

Había también características profesionales. “Primero hay que tener experiencia en el trabajo con niños y niñas, de todas maneras, porque surgen dificultades y hay que tener un dominio de un grupo sí o sí. Segundo, tener mucha tolerancia a la frustración, ya que a veces uno va con una tremenda idea, preparaste un tremendo material, tienes así todas las ganas de hacer una actividad que la pensaste, la planificaste y hay una niña descompensada en la residencia y no se puede hacer nada – y recalca – ¡y no se puede hacer nada!”.

Por último, pero muy relevante “hay que tener un trabajo terapéutico propio. Contar con una gama de recursos en uno, porque te encuentras con situaciones difíciles, que también pueden despertar en ti las propias”.

Una vez que el equipo ya estaba conformado y antes de dar el puntapié inicial al programa, Natalia compartió lo más relevante de su experiencia anterior en la residencia:

“No importa si un día no logras hacer sanación pránica o la terapia floral, pero si la niña necesita que tú estés al 100 % con ella, estás al 100 % con ella. Si necesita conversar, si necesita un abrazo, si necesita llorar, hay que estar para ella”.

El efecto en las niñas

Tener un lugar adecuado a las necesidades de las niñas, con materiales para trabajar, decorado para invitar a la calma, con aromaterapia, siempre ordenado y preparado para ellas, permitió que “las niñas se sintieran vistas, que reconocieran que era un espacio para ellas -señala-. Entonces podía observar las ganas de estar de la mayoría de las niñas que estaban participando en el programa”.

Ellas eran protagonistas de su proceso terapéutico – y continúa-. “Por ejemplo, la terapia floral, ellas elegían lo que querían trabajar. Por supuesto, con las más pequeñas uno tenía que preguntar más, recibir más información de las educadoras para saber cómo estaban”.

Natalia dice no tener una medición de los efectos de las terapias, pero sí los que pudo observar.

“Ellas entraban a la casa y afuera podrían haber estado gritando, corriendo, peleando, lo que sea, pero ponían un pie en la casa y su estado emocional cambiaba completamente. Bajaban la ansiedad, el nivel de estrés, lograban calmarse, hacer una respiración consciente, hacer un trabajo manual, con toda su atención ahí, en el presente”.

Por otra parte, las educadoras de trato directo también fueron partícipes de una serie de talleres “exactamente igual al de las niñas, cosa de que todas habláramos el mismo idioma. Que las niñas recibieran un recurso y las educadoras también. Eso fue súper bueno porque las tías nos ayudaban, estaban comprometidas”. Para Natalia “mientras las educadoras tengan más recursos, estén más sanas emocionalmente, la intervención que hagan con las niñas, que es una tremenda labor – recalca-, va a ser un poco más sana”. La premisa es “si a mí me hizo sentido, por supuesto que también lo voy a incorporar con las niñas y lo voy a potenciar”.

El desafío es darle continuidad en el tiempo, nos dice, “que no sea solo una intervención de entrar y salir, sino que algo que sea  sostenido, como toda terapia, y las terapias son a largo plazo”. La aspiración de Natalia es que las terapias complementarias “no se vean como algo aparte, sino que sean parte de la intervención psicosocial”. Nos explica que “es una intervención terapéutica que puede ir muy de la mano con la intervención psicológica, ojalá que tenga el mismo nivel de importancia y que se conjuguen. El psicólogo aporta información de cómo ha estado la niña y entonces podemos trabajar en ese sentido. Hay una comunicación, un trabajo en equipo”.

Natalia nos dice con orgullo, que lo que se hizo en 2022 con las niñas les permitirá llevar consigo una mochila, pero esta vez llena de recursos para sacarlos de ella cada vez que lo necesiten, porque ya lo han incorporado a sus vidas.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

Compartir en:

Otras notas de interés