¿Qué son los protocolos y los procedimientos?
En las residencias de protección, los protocolos establecen las reglas generales para actuar de manera uniforme y bajo principios de derechos humanos, mientras que los procedimientos explican cómo llevar a cabo esas acciones en la práctica. Ambos son herramientas complementarias que aseguran que la atención sea eficiente, estructurada y centrada en el bienestar de los niños, niñas y adolescentes en residencias de protección.
Un protocolo es un marco general que establece directrices y normativas para actuar en determinadas situaciones. Su objetivo principal es garantizar que las respuestas institucionales sean coherentes, uniformes y alineadas con estándares nacionales e internacionales de protección de derechos.
Un procedimiento detalla de manera específica y secuencial los pasos a seguir para llevar a cabo tareas concretas en el marco de un protocolo. Este nivel de detalle asegura que todas las personas involucradas sepan exactamente cómo actuar, reduciendo la posibilidad de errores.
Un protocolo guía el “qué” y el “por qué” de las acciones. En complemento, un procedimiento traduce las directrices de un protocolo en acciones concretas, respondiendo al “cómo” y “quién” debe ejecutarlas.
¿Qué tener en cuenta al implementar protocolos y procedimientos?
Propósito y alcance
Protocolo: Establece las directrices generales para actuar en situaciones específicas, definiendo los objetivos y principios que deben guiar las intervenciones. Su alcance es amplio y se enfoca en el “qué y el por qué».
Ejemplo: Un protocolo de intervención frente a autolesiones señala que el objetivo principal es garantizar la seguridad del niño, niña o adolescente, priorizar el apoyo emocional y evitar acciones que puedan vulnerar su dignidad.
Procedimiento: Detalla los pasos específicos y secuenciales que el equipo debe seguir para ejecutar las acciones definidas en el protocolo. Su enfoque es práctico y responde al “cómo, cuándo y quién”.
Ejemplo: El procedimiento para casos de autolesiones indicará los pasos concretos: aislar al niño o niña de objetos peligrosos, realizar primeros auxilios si es necesario, informar al equipo técnico y registrar el incidente, entre otras acciones.
Nivel de detalle
Protocolo: Tiene un nivel de detalle más general, permitiendo adaptaciones según el contexto o las particularidades de cada caso.
Ejemplo: El protocolo de manejo de conflictos grupales señala la importancia de mediar para evitar la escalada del conflicto y garantizar un ambiente seguro.
Procedimiento: Es altamente detallado y riguroso, definiendo con precisión cada acción necesaria para resolver la situación.
Ejemplo: El procedimiento para manejar un conflicto especificará: separar a las partes involucradas, realizar entrevistas individuales, registrar las declaraciones y proponer medidas reparadoras, entre otras.
Flexibilidad
Protocolo: Es más flexible, ya que establece un marco que puede adaptarse a diferentes situaciones. Esto lo hace aplicable en un amplio rango de contextos.
Ejemplo: Un protocolo para gestionar situaciones de crisis podría ser utilizado tanto para episodios de ansiedad como para crisis de agresividad, estableciendo principios comunes como la contención y la intervención especializada.
Procedimiento: Es menos flexible y más específico, ya que requiere seguir cada paso de manera exacta para garantizar la uniformidad en las acciones.
Ejemplo: Un procedimiento de evacuación en caso de incendio debe seguirse sin modificaciones para evitar errores que puedan poner en riesgo a las y los residentes, como al equipo.