Simpatía y empatía, son dos conceptos que nos hablan de la forma en que nos aproximamos a las relaciones con otros y otras. Si bien son herramientas emocionales valiosas en las relaciones interpersonales, conocer sus diferencias y características puede ser muy importante para nuestra aproximación a niños, niñas y adolescentes en contextos de cuidado y protección.
¿Qué es la simpatía?
La simpatía nos permite comprender el estado emocional de los demás desde una perspectiva intelectual. Nos permite entender la situación por la que otros y otras atraviesan y preocuparnos por sus problemas. Nos ayuda a brindar consejos útiles o a sentir compasión por la situación que la otra persona está atravesando, pero puede llagar a ser abrumador para quien está “en el ojo del huracán”.
¿Qué es la empatía?
A través de la empatía reconocemos los estados emocionales de otros y otras, generando una conexión con ellos. Ser empático implica la habilidad de experimentar de forma personal lo que los demás están sintiendo. Como coloquialmente decimos es «ponerse en los zapatos del otro», comprendiendo y validando sus emociones. Y para generar esa conexión, primero debo conectar con algo en mí que reconozca ese sentimiento o sensación.
A través de la empatía, podemos comprender mejor las necesidades y deseos de las personas, permitiéndonos responder de manera más efectiva a sus requerimientos.
En el contexto de las residencias de protección, la empatía es un ejercicio de reconocer la emoción que un NNA está sintiendo, comprenderlo profundamente y responder de una manera que realmente aborde sus necesidades emocionales.
Dónde poner atención
Tratar de encontrar lo positivo en la situación que un niño, niña o adolescente está experimentando puede ser más doloroso cuando siente que no hay salida a su emoción, generan distancia e incluso pueden incrementar la pena o rabia. Si nuestro actuar se mueve en este espacio, estamos aplicando la simpatía.
Como también si nos enfrentamos a conversaciones difíciles y tratamos de ayudar entregando consejos o soluciones a algo que lo más probable es que no tenga solución o, por lo menos no en ese momento.
Lo que abre la posibilidad a dar un respiro a una situación agobiante emocionalmente es la conexión, la empatía. ¿Cómo?
- Reconocer la verdad en la perspectiva del NNA. Porque se trata de su verdad.
- No emitir juicio de lo que está sintiendo. Dejar que se exprese y escuchar atentamente.
- Reconocer sus emociones y ponerlas en palabras.
- Acompañarle.
Buenas prácticas
Aquí compartimos algunas situaciones y algunas alternativas de cómo reaccionar empáticamente.
– Un niño recién llegado a la residencia está llorando porque extraña a su familia. Podríamos demostrar empatía sentándonos junto a él y decir: «entiendo que extrañes mucho a tu familia. Debe ser muy difícil para ti estar aquí sin ellos. Estoy aquí para escucharte si quieres hablar sobre cómo te sientes». Se le ofrece compañía y consuelo, validando su llanto.
– Una adolescente siente ansiedad porque se cambia de escuela. Podemos decirle: «recuerdo cómo me sentí cuando me tuve que cambiar de escuela, me daba miedo no encajar. ¿Quieres que hablemos de lo que te preocupa?» Le mostramos entendimiento y que estamos dispuestos a acompañarla en el proceso.
– Una niña tiene un episodio de comportamiento agresivo después de una visita con un familiar. Antes de reaccionar con enojo o castigo por la conducta, recapitulamos su día y podemos decirle: «Veo que estás muy enojada y lo entiendo. Yo también lo estaría. Las visitas a veces pueden ser difíciles. ¿Quieres que hablemos sobre lo que pasó hoy y cómo te hizo sentir?». Le acompañamos demostrando que reconocemos el dolor detrás de su comportamiento y que le podemos apoyar a procesar esos sentimientos.
– Un niño expresa que no tiene amigos en la residencia. Un cuidador podría demostrar empatía al decir: «Debe ser muy duro sentirte solo. Quiero que sepas que aquí siempre tendrás a alguien con quien hablar o jugar. Si te parece podemos pensar juntos en algunas actividades que te gusten y que puedan ayudarte a conocer a otros niños». Mostramos comprensión por la experiencia de soledad y ofrecemos un camino para ayudarle a sentirse más conectado.
– Una niña está asustada por la noche y no puede dormir. Podemos acompañarle y decir: «Sé que la oscuridad puede dar miedo a veces. Estoy aquí contigo, y te voy a acompañar hasta que te sientas segura y puedas dormir tranquila. ¿Tal vez quieras conversar un rato antes de intentar dormir?» Estamos respondiendo a su temor inmediato y fortaleciendo el vínculo de confianza.