La reunificación familiar es la medida que transfiere el cuidado personal del niño o niña de vuelta a su madre, padre y/o persona cuidadora habitual. Por su parte, la revinculación familiar refiere al proceso orientado a facilitar la relación del niño, niña o adolescente con su familia, con el objeto de mantener los vínculos afectivos y favorecer las posibilidades de reunificación familiar.
El trabajo de revinculación y reunificación familiar, realizado en las residencias de protección, es esencial para restituir el derecho de niños, niñas y adolescentes a vivir en una familia. La Convención sobre los Derechos del Niño y la Asamblea General de las Naciones Unidas (2010) reconocen la importancia de brindar apoyo al proceso de reintegración de niños, niñas y adolescentes que han sido separados de sus familias. El acogimiento alternativo debe siempre orientarse bajo el principio de que el niño debe permanecer o volver a estar con sus padres, o en su defecto, con familiares cercanos.
La separación familiar, sin importar la razón, puede convertirse en una experiencia profundamente traumática y dolorosa para todos los miembros de la familia, desencadenando un proceso emocional intenso.
La evidencia muestra que mantener un contacto real, permanente y seguro entre los hijos e hijas en cuidados alternativos y su familia tiene un impacto positivo y se considera un factor clave para lograr una reunificación familiar exitosa.
Desarrollar intervenciones orientadas a la reunificación familiar es una de las prioridades del sistema de protección actual. Dada la importancia que tiene la familia en el desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, es esencial otorgar las herramientas necesarias a madres, padres y cuidadores para fortalecer su rol de cuidado y garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes en los procesos de reunificación.
Facilitar e incentivar encuentros y visitas entre las familias o adultos significativos y los niños, niñas y adolescentes, desde el momento de ingreso a la residencia es crucial. El contacto sistemático, en lo posible, permitirá mantener el vínculo afectivo con la familia de origen, dando sentido y continuidad a su identidad, que permitirá comprender su historia personal y familiar.
Investigaciones señalan que tanto la permanencia prolongada como corta en residencias de protección pueden complicar la reintegración familiar.
Se considera que un plazo de dos años es insuficiente para abordar adecuadamente los problemas del sistema familiar necesarios para la reintegración. Un estudio de Siqueira, Scott y Schmitt (2019) destaca que muchos de los factores de riesgo en el contexto de estas familias, como enfermedades crónicas, adicciones de los cuidadores y/o violencia estructural, son difíciles de abordar en plazos cortos.
Estrategias de intervención
Levantamiento de la red familiar
para identificar a posibles miembros de la familia nuclear y extensa con quienes se pueda trabajar.
Evaluación del entorno familiar.
Incluye una evaluación del entorno familiar, de las competencias de los adultos y su motivación al cuidado.
Elaboración de plan de reunificación familiar
Cuando se determina que no existe riesgo para volver a vivir con su familia nuclear o extensa, que implica asegurarse de que las causas que llevaron al ingreso al sistema residencial hayan sido superadas, se debe elaborar un plan de reunificación familiar, que contemple el diseño de un proceso de preparación para la convivencia familiar, asegurando que las competencias parentales y factores del entorno estén cubiertos.
Planificar visitas graduales y evaluar continuamente los resultados
Levantamiento de la red familiar para identificar a posibles miembros de la familia nuclear y extensa con quienes se pueda trabajar. Este proceso incluye: identificación de adultos significativos, evaluación del entorno familiar.
Cuando se determina que no existe riesgo para volver a vivir con su familia nuclear o extensa, que implica asegurarse de que las causas que llevaron al ingreso al sistema residencial (como vulneración de derechos) hayan sido superadas, se debe elaborar un plan de reunificación familiar, que contemple el diseño de un proceso de preparación para la convivencia familiar, asegurando que las competencias parentales y factores del entorno estén cubiertos. Planificar visitas graduales y evaluar continuamente los resultados.
En casos donde no es posible la reunificación familiar, se puede trabajar en la construcción y mantención de un vínculo positivo. Los referentes afectivos, adultos de la familia que desean mantener una relación con el niño, niña o adolescente, pueden jugar un papel fundamental en este proceso.