Niñas y niños como sujetos de derechos

¿A qué nos referimos con “enfoque de derechos”?

La convención sobre los Derechos del Niño marcó un cambio de paradigma, promoviendo un enfoque que reconoce a las niñas y niños como individuos con recursos, habilidades y el derecho a participar activamente en su desarrollo, dejando atrás la mirada que los situaba simplemente como objetos de protección, es decir como personas que necesitan ser protegidas por los adultos.

Al ser considerados sujetos de derechos, los niños, niñas y adolescentes no solo gozan de los derechos universales que corresponden a todas las personas, sino también de derechos específicos y especiales debido a su etapa evolutiva.

Estos derechos especiales exigen deberes adicionales por parte de la familia, la sociedad y el Estado. Así, este enfoque reconoce que NNA tienen una voz y un rol activo en la sociedad, y sus derechos deben ser respetados en todos los ámbitos donde interactúan, como la familia, la escuela y la comunidad.

La participación activa de los niños, niñas y adolescentes en la sociedad es un elemento fundamental de este enfoque. No se trata solo de protegerlos, sino de reconocerlos como actores de cambio dentro de sus entornos sociales. Esto significa que su opinión debe ser escuchada y tenida en cuenta en todas las decisiones que los afecten. Así, la sociedad no solo tiene el deber de proteger, sino también de empoderar a los NNA, asegurando que puedan ejercer sus derechos.

Dónde poner atención

Para garantizar los derechos de niños, niñas y adolescentes, es fundamental que cuidadores y cuidadoras se desprendan de la perspectiva adultocéntrica con la que, probablemente, fueron criados. Esta perspectiva, ve a los NNA como «proyectos de persona» u «objetos de protección», ignora su condición de sujetos de derechos, subestimando su capacidad para participar en las decisiones que afectan sus vidas.

Es necesario que los adultos reconozcamos que la infancia, es una fase de la vida en la que sus derechos deben ser conocidos y ejercidos por ellos y ellas, y respetados por nosotros y nosotras.

Esto significa que los niños tienen derecho a ser escuchados y a que sus opiniones sean tomadas en cuenta en las decisiones que les afectan, especialmente en las cotidianas, que son atingentes a su etapa de desarrollo. La participación en estas decisiones es clave para su crecimiento, autoestima y sentido de pertenencia. Les enseña habilidades esenciales para la vida, como la toma de decisiones, la negociación y el respeto por las opiniones de los demás.

En la práctica, esto implica cambiar la forma en que los adultos abordamos situaciones cotidianas. Frases como «come y calla» o «se hace porque lo digo yo» deben ser reemplazadas por una actitud de escucha y respeto hacia las opiniones y deseos del niño. Si bien es nuestra responsabilidad guiar y proteger, esto no debe ser de imposición, sino desde una comprensión de que el NNA tiene derecho a participar en la construcción de su propio entorno.

Buenas prácticas

Para garantizar un entorno que respete y promueva los derechos de los niños, niñas y adolescentes en una residencia, presentamos algunas buenas prácticas transversales que pueden ser aplicadas:

Involucrar a NNA en la toma de decisiones.

Es importante que los niños y niñas participen en decisiones que les afectan directamente, como la planificación y elección de actividades diarias o la organización de su espacio personal.

Establecer asambleas de NNA.

Crear espacios donde puedan expresar sus opiniones, sugerencias e inquietudes sobre la vida en la residencia y asegurar que sus ideas sean tomadas en cuenta en la gestión diaria del hogar.

Permitir que elijan y tomen responsabilidades adecuadas a su etapa de desarrollo.

Por ejemplo: responsabilizarse del orden y aseo de su espacio personal, de la decoración de su habitación, de hacer trámites, hacer tutorías de materias de colegio, etc.

Respetar sus decisiones personales.

Permitir que los NNA tomen decisiones sobre aspectos personales, como la elección de su ropa, corte de pelo, cómo decorar su espacio o las comidas, respetando sus preferencias y gustos.

Fomentar un ambiente donde NNA se sientan seguros para expresar sus emociones y preocupaciones.

Los adultos deben ser accesibles, atentos y mostrar empatía hacia los niños y niñas.

Espacios de escucha activa.

Dedicar tiempo a escuchar y validar las emociones y opiniones de NNA, asegurándoles que sus voces son importantes y consideradas en la toma de decisiones respecto de sí mismos.

Reconocer y valorar la diversidad.

Asegurar que todas las actividades y políticas de la residencia respeten y valoren la diversidad de los NNA en términos de género, etnia, religión, cultura y habilidades.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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