¿Qué es la metodología AMAR?
La metodología AMAR, desarrollada por Felipe Lecannelier, se basa en un enfoque integral de cuidado respetuoso enfocado en generar apego seguro en niños, niñas y adolescentes.
A.M.A.R es una herramienta que promueve la conexión afectiva entre el adulto y el niño, utilizando la empatía como base para entender y responder a sus necesidades emocionales. La clave de esta metodología es la capacidad del adulto de «mentalizar», es decir, ponerse en el lugar del niño para comprender su experiencia interna y ayudarle a regular sus emociones de manera efectiva.
El objetivo de A.M.A.R es fomentar un entorno seguro, donde cuidadores y cuidadoras puedan ser figuras de apego estables y confiables características esenciales para la recuperación emocional de niños, niñas y adolescentes que han sufrido trauma.
Dónde poner atención
La metodología A.M.A.R se fundamenta en cuatro principios que se interrelacionan formando el acrónimo A.M.A.R., un enfoque que resalta la importancia de un cuidado respetuoso y basado en el apego seguro, promoviendo el desarrollo emocional saludable de los NNA:
Atención a las reacciones y conductas de los niños. Esto implica aprender a observar de manera aguda los gestos, el lenguaje corporal, la expresión facial y las vocalizaciones de los niños. La atención permite detectar si el niño, niña o adolescente está tenso, enojado, asustado o estresado, y sirve como base para identificar las necesidades emocionales que están siendo expresadas. Es una observación constante que facilita la comprensión de su estado emocional, generando una respuesta más adecuada y ajustada a sus necesidades.
Mentalización es la capacidad del adulto para inferir, comprender y reflexionar sobre lo que el niño está sintiendo o necesitando en un momento dado. Funciona como una especie de "GPS mental" que permite al cuidador ponerse en el lugar del niño, niña o adolescente intentando entender sus reacciones, pensamientos y emociones. Aunque nunca es posible saber con certeza lo que está experimentando internamente, la práctica constante de la mentalización mejora la capacidad del adulto para generar respuestas más empáticas y ajustadas. Este principio es fundamental para la convivencia y las relaciones humanas, ya que facilita la comunicación y la conexión emocional entre el adulto y el niño.
Automentalización es el proceso mediante el cual el adulto reflexiona sobre sus propios estados emocionales y reacciones frente al vínculo con el niño. Este principio permite al cuidador o cuidadoras identificar y gestionar sus propias emociones, especialmente en momentos difíciles. Al automentalizar, el adulto es capaz de reconocer cómo las conductas del NNA le afectan y ajustar sus respuestas de manera que no proyecte sus frustraciones o tensiones en la relación. La automentalización ayuda a mantener una actitud equilibrada y empática, favoreciendo un ambiente emocionalmente seguro.
Regulación implica la acción concreta que el adulto toma para ayudar al NNA a calmarse y desarrollarse emocionalmente. Después de haber atendido, mentalizado y automentalizado, el adulto puede aplicar una intervención respetuosa que le ayude a gestionar sus emociones y comportamientos de manera efectiva. La regulación es el momento en el que se interviene activamente, usando lo que se ha observado y comprendido, para ofrecer apoyo emocional y guiar al NNA hacia un estado de mayor equilibrio y tranquilidad.
Buenas Prácticas
Tener en mente la mente del niño, niña o adolescente.
Intentar ver las situaciones desde la perspectiva de NNA, especialmente en momentos de estrés. Esto ayuda a entender cómo se sienten y cómo se pueden apoyar emocionalmente.
Dar a NNA un entorno predecible y estable.
Las rutinas y la consistencia en el comportamiento de cuidadores y cuidadoras son esenciales para que NNA se sientan seguros. Cuando pueden predecir las reacciones de los adultos con quienes interactúan tienden a sentirse menos estresados y más tranquilos.
Validar las emociones sin juzgar o minimizar sus sentimientos.
Decir frases como "entiendo que te sientes enojado" ayuda a que NNA se sientan comprendidos y acompañados, lo que facilita su regulación emocional.
Evitar el estrés innecesario.
Es importante que las rutinas, límites y expectativas se ajusten a las necesidades emocionales y cognitivas del niño, niña o adolescente. Un ejemplo de esto es adaptar los tiempos y las actividades diarias de acuerdo con el nivel de estrés que puedan manejar. Si ha tenido una experiencia emocionalmente intensa, no es recomendable añadir más exigencias de inmediato, sino darle espacio para recuperarse y procesar lo sucedido.
Entender que no todas las situaciones requieren una corrección inmediata o rigurosa.
En algunos casos, la empatía y la comprensión son más efectivas que la disciplina estricta. Por ejemplo, si un niño comete un error debido a la frustración, en lugar de regañarlo de inmediato, es mejor ofrecerle la oportunidad para explicar lo que siente y luego acompañarlo en la búsqueda de una solución.Esto incluye ayudarles a entender las consecuencias de sus acciones y guiarles en la autorregulación.