La importancia de descubrir directamente a niños, niñas y adolescentes en residencias de protección

La riqueza de la interacción

Cuando un niño, niña o adolescente ingresa a una residencia de protección, suele estar acompañado de una serie de informes, diagnósticos y valoraciones previas realizadas por profesionales de múltiples especialidades. Aunque estos documentos son importantes para conocer antecedentes y facilitar la intervención, hay un riesgo significativo que encasillen o limiten la percepción de los y las cuidadoras y el equipo psicosocial sobre ellos.

Como señala el psiquiatra infantil y neurocientífico Bruce Perry en su libro «El chico a quien criaron como perro», uno de los mayores errores que se cometen al abordar a niños, niñas y adolescentes que han vivido situaciones traumáticas es dejar que los diagnósticos previos se conviertan en la única lente a través de la cual se les ve.

Perry subraya que antes de dejarnos influenciar por esos informes, es fundamental tener una mirada directa hacia lo que NNA tienen para decir y manifestar. A menudo, los informes previos no captan toda la riqueza de lo está viviendo y quién es, especialmente cuando las experiencias traumáticas son profundas y difíciles de verbalizar. Las etiquetas pueden impedirnos descubrir nuevas formas de acercarnos a ellos y atender sus verdaderas necesidades emocionales.

Como afirma Perry, los niños son los mejores informadores de lo que realmente les sucede, la interacción y la observación de primera mano nos proveerá de información valiosa que nos permitirá iniciar una relación de real conocimiento, descubrir nuevas formas de acercarnos a ellos y ellas, y atender sus verdaderas necesidades emocionales.

Escuchar a los niños, niñas y adolescentes y observar lo que nos transmiten a través de su comportamiento, sus producciones artísticas o sus actividades lúdicas es esencial para comprender qué sienten, qué les preocupa y cómo viven su día a día.

Dónde poner atención

Las áreas donde debemos centrar nuestra atención incluyen:

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