Jardines y huertos terapéuticos en residencias de protección

¿Qué son los jardines y huertos terapéuticos?

Los jardines y huertos terapéuticos son zonas verdes y naturales que están diseñadas con plantas ornamentales, hierbas medicinales y cultivos comestibles, para promover el bienestar físico, emocional y social de las personas a través del contacto con la naturaleza.

En el caso de los NNA, se estructuran de manera permitir su participación activa en el proceso de plantación, cuidado y cosecha, lo que transforma estos espacios en herramientas terapéuticas y educativas.

Estos jardines están especialmente diseñados para ser un lugar que promueva la serenidad, lo que puede ayudar a reducir la ansiedad y mejorar el estado de ánimo. Al estar rodeados de colores, texturas y aromas, propician la estimulación de los sentidos, lo que puede ser particularmente útil en procesos de recuperación emocional.

El ser humano ha evolucionado en un entorno natural, condicionando al cerebro a reaccionar positivamente ante los espacios verdes.

Se ha comprobado que, tras un episodio de estrés, las imágenes de la naturaleza pueden generar un efecto relajante de manera rápida. En los primeros tres o cuatro minutos de observar paisajes naturales, se experimenta una mejora en la presión arterial, la respiración, la actividad cerebral y el estado de ánimo, al mismo tiempo que disminuyen las hormonas asociadas al estrés.

Dónde poner atención

En el caso particular de niños, niñas y adolescentes en residencias de protección, los jardines y huertos terapéuticos posibilitan su participación activa ya sea sembrando, regando o recolectando frutos y verduras, aprendiendo de los ciclos naturales, la nutrición y, muy importante, les otorgan un espacio de focalización o meditación activa.

Es importante tener en cuenta que estos espacios deben ser facilitados por adultos que se responsabilicen de la mantención de los jardines y huertos, y que propicien la participación de NNA de las residencias. ¿Por qué? Los NNA a nuestro cuidado están en una situación de fragilidad  por lo que debemos acompañarlos y no entregarles la responsabilidad de los huertos y jardines ya que inabarcable para el momento que están atravesando. 

Buenas prácticas

Contar con adultos responsables de los jardines y huertos:

Estos espacios deben ser dirigidos y mantenidos por adultos. Se puede hacer convenios con voluntarios que vayan una vez a la semana a trabajar con los niños, niñas o adolescentes o contratar una persona que se dedique a este espacio con ellos y ellas.

Involucrar a los niños, niñas y adolescentes en la planificación:

Permitir que participen en la elección de las plantas, dándoles opciones previamente estudiadas, ayuda a fortalecer su sentido de pertenencia y vinculación con el espacio.

Fomentar la interacción positiva:

Invitarles a plantar semillas, compartir experiencias sobre plantas, cuidar su crecimiento, y colaborar en tareas como el riego, la poda o la limpieza del jardín.

Aprovechar las cosechas:

Utilizar los productos del jardín para realizar actividades como recetas, manualidades o preparar remedios naturales como infusiones y aceites, para conectarles con el ciclo de la naturaleza.

Incorporar elementos naturales:

Los jardines deben contar con una variedad de vegetación, flores y, si es posible, elementos acuáticos como estanques, fuentes o pequeños arroyos para crear un ambiente relajante.

Ubicación en zonas tranquilas:

Instalar el jardín o huerto en áreas alejadas de ruidos urbanos, maquinaria o unidades de ventilación.

Evitar esculturas abstractas:

Las esculturas pueden generar confusión o interpretaciones negativas en algunos usuarios, por lo que se recomienda no incluirlas, especialmente si son abstractas.

Guardar químicos y herramientas de forma segura:

Los fertilizantes y otros productos químicos deben estar fuera del alcance de los niños, niñas y adolescentes para garantizar su seguridad.

Elegir plantas seguras:

Evitar plantas con espinas o elementos afilados como los cactus o las rosas. También, asegurarse que no sean tóxicas, ya que algunas especies comunes pueden ser peligrosas.

Seleccionar plantas apropiadas:

Algunas buenas opciones son la lavanda, las hierbas aromáticas, el jazmín, la melisa, la caléndula y la violeta africana. En los huertos, se pueden cultivar frutillas, tomates, zanahorias y verduras de crecimiento rápido como lechuga o cebolla japonesa.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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