¿Por qué es importante ritualizar la vida cotidiana de niños y adolescentes en residencias de protección?
Ritualizar la vida cotidiana de los niños, niñas y adolescentes que han sufrido vulneraciones de derechos es una herramienta esencial para proporcionarles estabilidad, seguridad y para que recuperen la sensación de pertenencia, luego de haber sido separados de sus familias.
Estos niños y adolescentes, a menudo expuestos a situaciones de abandono, violencia o negligencia, carecen de la estructura que normalmente proporciona el entorno familiar, por tanto los rituales cotidianos, así como las rutinas establecidas para las comidas, el descanso, la higiene y las actividades recreativas, les ayudan a reconectar con el mundo y consigo mismos. A través de la repetición de estos actos significativos, se les ofrece un marco predecible que reduce el estrés y la ansiedad, promoviendo un ambiente de confianza y protección.
En el contexto de una residencia de protección, los rituales permiten a niños, niñas y adolescentes comenzar a reconstruir un sentido de normalidad.
Lo terapéutico y lo sanador no se encuentra únicamente en intervenciones específicas, sino en cómo nos vinculamos y relacionamos en el día a día, a través de interacciones cotidianas, que son las que más marcarán su experiencia y contribuirán a su estabilidad emocional.
Al ritualizar actividades diarias como el desayuno en grupo, las tareas de la mañana o los momentos de juego, les ofrecemos una estructura que les permite sentirse incluidos y valorados. Son espacios en que la rutina se detiene para ofrecer un espacio en el que puedan verse reflejados en las acciones y actitudes de sus cuidadores y cuidadoras, lo que fortalece su desarrollo identitario. Estos momentos también les ayudan a crear vínculos positivos con sus pares, contribuyendo a su desarrollo emocional y social.
Dónde poner atención
Para implementar rituales significativos en la vida cotidiana de los NNA, es fundamental prestar atención a sus necesidades emocionales, psicológicas y físicas. Cada niño, niña o adolescente tiene un trasfondo distinto, por lo que es esencial comprender sus experiencias y responder de manera personalizada.
Los rituales deben estar diseñados para brindarles seguridad, ser constantes y predecibles, sin ser demasiado rígidos y permitir que NNA se sientan parte activa de ellos.
Además, es importante crear rituales que fomenten la autonomía progresiva. Esto puede incluir la participación en actividades que les permitan desarrollar habilidades de autocuidado, como lavarse los dientes, organizar sus dormitorios o preparar sus colaciones. Estos pequeños actos, cuando se realizan de manera regular, les ayudan a desarrollar confianza en sí mismos y a reconocer que son capaces de cuidar de su bienestar.
Por otro lado, la empatía y la escucha activa son relevantes para adaptar los rituales a las necesidades individuales de los NNA. Algunos niños pueden requerir más tiempo o apoyo emocional para adaptarse a nuevas rutinas, mientras que otros pueden necesitar espacios de recreación o momentos de calma. Tener en cuenta estas diferencias les permitirá a los cuidadores establecer rituales que no solo sean funcionales, sino que también respondan a las necesidades de cada uno y una en su proceso de recuperación.
Buenas prácticas
- Para incorporar ritos en la vida cotidiana en residencias de protección, es clave establecer rutinas claras y consistentes, como los horarios regulares de comida, actividades recreativas y momentos de descanso.
- Es importante que el equipo de la residencia esté alineado en el cumplimiento de las rutinas y de los ritos que cada una de ellas pueden conllevar. Así NNA podrán confiar en la estabilidad del entorno. Incluir actividades grupales como el desayuno o la cena, con pequeños detalles diarios al comienzo o fin de ellas a cargo de los mismos NNA, puede fortalecer los vínculos entre ellos y ellas, y fomentar un sentido de comunidad.
- Involucrar a los NNA en la creación de algunos de estos rituales es esencial para que los sientan propios. Por ejemplo, permitir que participen en la organización de la planificación de las tareas del día, con una reunión semanal que involucre algo especial como un alimento o bebestible especial que haga ese momento recordable.
- Es recomendable que cuidadores y cuidadoras se involucren en los rituales y los hagan parte de su rutina junto a NNA. Con el ejemplo se les mostrará que son momentos esperados, que se disfrutan y pueden convertirse en momentos de autocuidado, como hacer ejercicio o leer antes de dormir.
- Las actividades de reflexión, como círculos de conversación al final del día, pueden convertirse en rituales que les permitan expresar sus emociones y compartir sus experiencias en un ambiente seguro y controlado. Este tipo de prácticas refuerzan la confianza entre los NNA y el equipo, y contribuyen a que procesen sus emociones de manera saludable. Al detenerse y observar, los adultos pueden transmitir a los niños que son valiosos y que sus acciones, por más pequeñas que sean, tienen un impacto en su entorno.