¿Cómo actúa el sesgo?
Como sabemos, el objetivo principal de una residencia de protección es lograr la reunificación familiar y para lograrlo, es necesario el trabajo con familias, que muchas veces se encuentran en contextos vulnerables y que cuentan con pocas o nulas herramientas emocionales.
La situación descrita nos pone inmediatamente frente a un espacio de prejuicio o “sesgo” respecto de quien tenemos al frente.
La definición de sesgo es “una interpretación tendenciosa, parcial, que no dice la verdad completa”. Todos tenemos algún tipo de sesgo o prejuicio influenciado por nuestra historia de vida, el contexto donde hemos vivido y nuestra cultura. Nuestras acciones, actitudes y gestos pueden tener una connotación discriminatoria, moldeada por experiencias previas o por lo que hemos aprendido como correcto. Por lo tanto, tendemos a conectarnos más con personas similares a nosotros, ya sea por su apariencia, pensamiento o comportamiento.
Esto significa que nuestras opiniones negativas podrían basarse únicamente en cómo se viste alguien, cómo luce o cómo piensa, impidiéndonos ver y valorar a la persona en su totalidad. Además, existe el efecto aureola, donde proyectamos cualidades positivas en otros sin realmente conocerlos, solo porque tienen características que hemos aprendido a asociar con algo positivo. Otro sesgo común es el de confirmación, que nos lleva a buscar evidencia que respalde nuestras creencias preexistentes.
Dónde poner atención
Reconocer y abordar los sesgos en el trabajo con familias de niños, niñas y adolescentes es fundamental para lograr resultados. La presencia de miradas sesgadas u opiniones preconcebidas puede obstaculizar gravemente el proceso de apoyo y acompañamiento, limitando la capacidad para ver las fortalezas presentes en estas familias y, por tanto, de potenciarlas.
El mensaje clave aquí es que, al ser conscientes de nuestros sesgos, podemos avanzar y ver más allá de nuestras configuraciones iniciales y apoyar de mejor manera a las familias de niños, niñas y adolescentes en residencias de protección.
La mente tiende a pasar por alto y descartar la información en la que no se fija, mientras que aquello en lo que pensamos y en lo que enfocamos nuestra atención tiende a crecer. Si persistimos en mantener creencias negativas o nos centramos únicamente en los problemas y las dificultades, es probable que estos aspectos se magnifiquen, reduciendo nuestras posibilidades de encontrar soluciones efectivas.
Conseguir resultados diferentes y positivos depende de dónde pongamos nuestra atención.
Debemos recordar que se ha demostrado que incluso en las situaciones más desafiantes, hay potencial para el crecimiento y la transformación.
Estrategias a partir del Modelo Basado en Soluciones
El modelo terapéutico centrado en soluciones cambia el enfoque desde el déficit y la falta, hacia el reconocimiento y la potenciación de los recursos. Al poner el foco en las capacidades y posibilidades, se puede motivar a las familias y generar un entorno más propicio para el cambio positivo. Esto implica no solo un cambio de actitud hacia las familias, sino también la implementación de prácticas que refuercen y desarrollen las habilidades y los recursos ya presentes en las familias.
Esta aproximación busca descubrir y hacer visible aquello que ha funcionado previamente en lugar de centrarse en los errores o debilidades.
Búsqueda de excepciones:
Consiste en preguntar al familiar sobre ocasiones en las que el problema no se presentó. Se enfoca en momentos pasados donde el problema podría haber ocurrido, pero no lo hizo, o se presentó en menor grado. Al identificar estas excepciones, se exploran los recursos y estrategias que la persona utilizó para manejar la situación. Preguntar, por ejemplo: ¿cuándo fue la última vez que te sentiste bien?, ¿qué hiciste diferente ese día?
Preguntas de afrontamiento:
Ayudan a reflexionar sobre cómo se han abordado situaciones difíciles en el pasado logrando manejarlas. Al indagar sobre los métodos utilizados para superar adversidades, se identifican recursos y fortalezas que pueden ser utilizados nuevamente. Preguntar, por ejemplo: ¿cómo lograste superar esa situación difícil?, ¿qué recursos utilizaste en ese momento que te ayudaron?
Preguntas de escala:
Permiten evaluar subjetivamente diversas situaciones o problemas. Al usar una escala numérica, se pueden concretizar aspectos complejos y establecer un punto común de evaluación. Preguntar, por ejemplo: en una escala del 1 al 10, donde 1 es el peor estado y 10 el mejor, ¿en qué número te encuentras hoy?