El derecho a la salud integral de niñas, niños y adolescentes que viven en residencias

¿A qué nos referimos con el derecho a la salud?

Lo primero que registramos en nuestras mentes cuando hablamos de salud es la ausencia de enfermedad. No obstante, si nos enfocamos en la salud como un derecho, estaremos abordándola desde una perspectiva integral, entendiendo que implica un estado de bienestar físico, psíquico, social y fisiológico.

Nuestra legislación establece que todo niño, niña y adolescente, tiene derecho al disfrute de su salud física y mental, a contar con la compañía de sus cuidadores en atenciones ambulatorias y hospitalarias, y al acceso de programas y servicios de prevención, promoción, protección, tratamiento y rehabilitación de la salud.

Padres, madres o responsables legales del cuidado de NNA son, a su vez, responsables de su salud y “están obligados a cumplir con los controles médicos y adoptar todas las medidas necesarias con el fin de velar por la salud de los niños, niñas y adolescentes”. 

En el caso de las residencias de protección, somos nosotras y nosotros los encargados de movilizar la atención oportuna y de calidad para que NNA puedan hacer efectivo su derecho a la salud.

Dónde poner atención

Cuando hablamos de salud integral debemos poner atención en los hábitos saludables, que promovemos e inculcamos pues actuarán como resguardo preventivo de enfermedades y aportarán al bienestar integral de niños, niñas y adolescentes.

Preocuparnos de aportar con hábitos alimenticios saludables nos ayudará a prevenir problemas de salud como la obesidad y la diabetes. Para ello elaborar con el apoyo de una nutricionista, una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos, además de evitar el consumo excesivo de azúcares y alimentos ultraprocesados e involucrar a los niños, niñas y adolescentes en la preparación de comidas, puede ser una excelente manera de enseñarles sobre nutrición y promover costumbres alimentarias beneficiosas que perduren toda la vida.

La práctica de actividad física regular y el deporte nos permitirá contribuir al desarrollo físico y a mejorar la salud mental y emocional de NNA. Deportes y juegos al aire libre fomentan, a su vez, la coordinación, la disciplina y el trabajo en equipo.

Aunque parezca obvio, la higiene corporal diaria, como el lavado de manos frecuente, el baño regular y el cepillado dental adecuado, son hábitos que debemos inculcar desde temprana edad y que aportarán en la prevención de enfermedades e infecciones.

Además, es fundamental educar sobre los riesgos del consumo de alcohol, tabaco y sustancias psicoactivas, fomentando un entorno en el que se sientan apoyados y escuchados, para que tomen decisiones saludables y seguras.

¿Cómo nos organizamos para hacer del derecho a la salud de NNA una práctica incorporada en el día a día en las residencias de protección? Aquí algunas ideas:

  • Generar convenios, alianzas y redes con instituciones de salud y centros médicos del territorio. Coordinación con centros de salud pública y búsqueda de alianzas estratégicas con instituciones privadas. Contacto directo con contraparte de las redes establecidas para la atención.

  • Elaborar y mantener actualizado un cuaderno médico para cada uno de los niños, niñas y adolescentes de la residencia de protección. Se abre en el momento del ingreso de NNA a la residencia de protección, para saber el estado de salud e historial médico y se va completando cada vez que el/a NNA tiene una nueva atención en salud, incorporando en una hoja de registro de atención, la fecha, nombre y especialidad de quien atendió, síntomas, diagnóstico e indicaciones.

Es importante tener en cuenta que:

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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