¿Qué implica el derecho a la educación?
Cuando nos referimos al derecho a la educación lo hacemos respecto de su acceso, contenido y calidad. La educación debiese facilitar aquellos conocimientos, aprendizajes y valores que permiten a los niños, niñas y adolescentes desenvolverse de mejor manera en su vida cotidiana y construir un proyecto de vida para desarrollarse integralmente y participar plenamente en la sociedad.
Es importante hacer hincapié en que la educación es más que la escolarización oficial, pues engloba un amplio espectro de experiencias vitales de manera individual o colectiva, que tienen por objetivo habilitar la dignidad humana, autoestima y confianza en sí mismos de niños, niñas y adolescentes.
Dónde poner atención
Entender y atender las necesidades de educación y escolaridad individuales de niños, niñas y adolescentes es fundamental y realizar un diagnóstico educativo y psicopedagógico exhaustivo permitirán lograrlo.
Construir un perfil educativo facilitará la elaboración de estrategias educativas personalizadas, como también la colaboración y coordinación con las escuelas y otros servicios o áreas de intervención de la propia residencia.
El uso de un mapeo actualizado de la situación de niños, niñas y adolescentes, donde se registre sus intereses y habilidades, nivel de aprendizaje, demandas y exigencias del colegio, asistencia, notas, etc. y permitirá levantar posibles alertas a tiempo.
Por otra parte, es relevante responsabilizarles de su proceso escolar porque fomenta la autonomía progresiva y el despliegue de sus herramientas de autogestión.
Como acompañantes de este proceso podemos aplicar estrategias de refuerzo positivo individual en el trato diario y en situaciones colectivas, como en la realización de premiaciones escolares. Este refuerzo constante promueve un autoconcepto positivo, facilitando el establecimiento de metas y proyectos.
Estrategias para apoyar el aprendizaje
Apoyar el aprendizaje y la educación de niños, niñas y adolescentes en residencias de protección requiere un enfoque holístico e integrador. Aquí algunas estrategias para lograrlo:
- Asumir desde la residencia un rol de apoderada/o activa/o muy presente, esto es, estar en permanente contacto con los colegios, responder a las diferentes necesidades educativas de las niñas y los niños, que siempre se sientan acompañadas/os y que los colegios siempre tengan una persona de la residencia como interlocutora.
- Acompañamiento y apoyo en todas las actividades escolares y extracurriculares. Esto permitirá resignificar la experiencia educativa desde el vínculo, la cercanía y la preocupación que se demuestra hacia las niñas, niños y adolescentes en este ámbito, a través de acciones cotidianas y afectivas.
- Acompañarlos en sus procesos de aprendizaje, desde la forma de utilizar el computador, la búsqueda de información hasta cómo leer un libro. La idea es que este acompañamiento pueda ser también un proceso que oriente y les estimule, con personas adultas disponibles y activas en pro de sus aprendizajes y realización personal.
- Elaborar una rutina diaria de estudio, donde hay una hora para la realización de alguna actividad educativa.
- Incentivar su participación en actividades extraprogramáticas para aportar al refuerzo de sus intereses, talentos y desarrollo integral.
- Preparar actividades lúdicas con el propósito de reforzar ciertas materias en período de vacaciones.
- Contextualizar con los niños, niñas y adolescentes sobre el proceso educativo que vivirán. Se recomienda fijar una sesión específica y conversacional que se centre en dar seguridad y sentido respecto a la nueva escuela o centro de formación, y la importancia de este proceso para su vida, indicándole que además de aprender contenidos, es posible que pueda encontrar nuevos amigos y socializar con personas nuevas y diferentes. Lo anterior permitirá una mejor predisposición de su parte, además de definir cuáles son sus propias expectativas y las del centro respecto a su participación en la trayectoria educativa.