El derecho a la educación: Construir escuelas con enfoque sensible al trauma

¿Qué es el trauma infantil y por qué es necesario incorporarlo?

El trauma es una respuesta emocional ante experiencias abrumadoras que exceden la capacidad del niño o niña para lidiar con ellas. Estas situaciones pueden generar una serie de dificultades a nivel social, emocional y académico, que se podrían reflejar en su comportamiento y rendimiento escolar.

Para niños, niñas y adolescentes en residencias de protección, el acceso a una educación de calidad implica más que el aprendizaje académico. Ellos y ellas, muchas veces marcados por experiencias traumáticas y graves vulneraciones de sus derechos, enfrentan obstáculos que pueden manifestarse en el aula como comportamientos difíciles de entender o manejar. Ante esta realidad, sensibilizar a las escuelas y capacitar a sus educadores para adoptar un enfoque sensible al trauma es una tarea que las residencias y sus profesionales deben desarrollar.

Uno de los riesgos de no comprender el impacto del trauma en los NNA es la tendencia a excluirlos o sancionarlos por comportamientos disruptivos o bajo rendimiento académico. Al estar informados que estas dificultades pueden tener su origen en experiencias traumáticas, los y las educadoras pueden ofrecer estrategias de apoyo emocional y académico concordantes con los Planes de Intervención Individual de los NNA. De esta manera, se contribuye a evitar la estigmatización o el aislamiento de las y los estudiantes más vulnerables, asegurando que todos tengan igualdad de oportunidades para aprender.

Dónde poner atención

Estudios neurobiológicos y psicológicos demuestran que el trauma puede comprometer la organización de la información, la comprensión de las relaciones de causa y efecto, y el desarrollo de habilidades organizativas, todas ellas fundamentales para el aprendizaje. Por tanto, es esperable que manifiesten retraso en el desarrollo del lenguaje y la comunicación; tengan dificultades para concentrarse y memorizar contenidos; así como también influya en su autoconfianza y en la capacidad de establecer relaciones positivas con compañeros y adultos, lo que genera aislamiento.

Comprenderlo y compartirlo con profesores jefe y directivos de UTP, asociado a la historia de vida de los NNA permitirá que el equipo educativo y la comunidad escolar, en su conjunto, pueda apoyarles integralmente para que puedan tener un real aprendizaje y con él, garantizar su derecho a la educación.

Buenas prácticas

Para sensibilizar a las escuelas respecto de cómo el trauma incide en el comportamiento y rendimiento escolar de NNA en residencias de protección, y trabajar colaborativamente se debe considerar:

Educar en una visión que comparta toda la comunidad escolar

Niños, niñas y adolescentes pasan muchas horas al día en el colegio, por lo que es fundamental que toda la comunidad educativa - desde directivos, docentes, y personal administrativo hasta los padres o tutores y profesionales externos – comprendan que el trauma en los niños, niñas y adolescentes es común y transversal. Sensibilizar sobre el tema desde la residencia permitirá fomentar un entorno de comprensión, seguridad y apoyo para NNA.

Educar en crear un ambiente seguro en la escuela

Transmitir que el trauma genera una sensación de amenaza, que puede alterar el bienestar del niño, niña o adolescente y que hacer de la sala de clases, los patios, los pasillos, e incluso en los baños, un lugar protegido, será un aporte más para que puedan concentrarse y aprender.

Solicitar contar con un enfoque integral en las necesidades de los estudiantes

Prestar atención al rendimiento académico, sin separarlo de sus relaciones, habilidades de autorregulación y bienestar físico y emocional, maximiza la oportunidad de que niños, niñas y adolescentes puedan superar las adversidades y puedan aprender.

Fomentar desde la residencia y la escuela la conexión y comunidad

Crear una cultura de aceptación, respeto y tolerancia, promoviendo políticas y actividades que mantengan a niños, niñas y adolescentes integrados a la comunidad escolar, posibilita que practiquen sus habilidades sociales y emocionales.

Promover el trabajo en equipo y responsabilidad compartida

La colaboración y la comunicación efectiva entre la residencia de protección y los profesionales de la escuela son esenciales para garantizar que niños, niñas y adolescentes reciban el apoyo necesario para sentirse seguros y participar plenamente en la vida escolar.

Liderazgo proactivo y adaptable.

El liderazgo en una escuela sensible al trauma no solo reacciona a las necesidades de los y las estudiantes, sino que también se anticipa a los desafíos futuros. Los directivos dedican tiempo a comprender los cambios sociales y comunitarios que pueden afectar a sus alumnos y alumnas, planificando de manera flexible y adaptativa para que la escuela pueda continuar funcionando sin interrupciones, incluso frente a cambios inevitables.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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