El autoliderazgo como habilidad del equipo residencial

¿Qué es el autoliderazgo?

El autoliderazgo es la capacidad de influir de manera consciente e intencionada en los propios pensamientos, emociones y acciones, permitiendo tomar el control de decisiones individuales y avanzar hacia metas personales y profesionales.

En el caso del trabajo en residencias de protección, el autoliderazgo cobra especial relevancia, ya que los equipos enfrentan desafíos emocionales y operativos constantes que exigen un manejo eficaz de las propias emociones y capacidad para actuar con iniciativa y resiliencia.

El autoliderazgo se basa en las siguientes características: la capacidad de asimilación y la estabilidad ante los cambios ayudan a enfrentar transiciones de manera efectiva, mientras que el autoconocimiento y la autoestima fortalecen la autoaceptación y el manejo consciente de fortalezas y debilidades. La autogestión regula emociones y recursos, permitiendo avanzar hacia metas específicas con autonomía, es decir, fijando objetivos y prioridades de manera independiente. Finalmente, la automotivación, que combina iniciativa, optimismo y voluntad, impulsa la perseverancia frente a los desafíos, logrando resultados positivos y sostenibles.

¿Por qué es importante autoliderarse en el trabajo en residencias?

El autoliderazgo es más que una habilidad que permite a quienes forman parte de los equipos fortalecerse a sí mismos, sino que también garantiza un cuidado más consistente y transformador para los NNA.

En este contexto, el autoliderazgo permite:

Gestionar la presión y el estrés:

La capacidad de autogestionar emociones es clave para mantener la calma y tomar decisiones adecuadas, incluso en situaciones difíciles y en las que se requiere de rapidez de acción.

Fomentar la seguridad en los NNA:

Un equipo que demuestra estabilidad y gestión personal crea un entorno más seguro y predecible para los NNA, posibilitando la percepción de control y fortaleciendo su confianza en los adultos que los cuidan.

Aumentar la efectividad en las intervenciones:

La autonomía y la capacidad de priorizar tareas permiten abordar con claridad las necesidades de los NNA, optimizando los recursos y el tiempo disponibles.

Promover el trabajo colaborativo:

Si bien el autoliderazgo beneficia a quien desarrolla la habilidad, también refuerza la dinámica del equipo, creando relaciones de trabajo más fuertes, basadas en el aprendizaje y respeto mutuo.

Buenas prácticas

Fomentar el autoconocimiento:

Promover espacios de reflexión personal donde las/los trabajadores puedan identificar sus fortalezas, debilidades y motivaciones. Este ejercicio ayuda a establecer objetivos claros y alcanzables en su desempeño.

Capacitación en habilidades blandas:

Incorporar formación en competencias como la gestión del tiempo, la resolución de conflictos y la inteligencia emocional, son fundamentales para la autogestión.

Definir objetivos claros:

Establecer metas concretas y coherentes con los valores de la residencia, permite que cada integrante del equipo tenga una visión clara de su rol y contribución al equipo.

Promover la automotivación:

Implementar dinámicas que impulsen la iniciativa individual, como reconocer logros, valorar el esfuerzo y reforzar el compromiso con los resultados.

Proveer retroalimentación constructiva:

Generar espacios de diálogo donde se pueda evaluar el desempeño, ofreciendo sugerencias para el crecimiento y destacando los avances obtenidos.

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