Liderazgo situacional en residencias de protección: un enfoque adaptable para empoderar equipos

¿Qué es el liderazgo situacional?

El liderazgo situacional es un enfoque dinámico y adaptable que permite al líder ajustar su estilo según las necesidades del equipo y las particularidades de cada situación. 

En el contexto de las residencias de protección para niños, niñas y adolescentes este modelo resulta especialmente relevante. Las complejidades del trabajo residencial, que involucra equipos interdisciplinarios y contextos emocionalmente desafiantes, demandan líderes capaces de responder con flexibilidad. Esto implica considerar las competencias del líder como las necesidades específicas del equipo, las características del proyecto y aquellos factores que puedan influir en el objetivo de trabajo.

El liderazgo situacional ofrece múltiples beneficios que transforman positivamente el entorno laboral. En primer lugar, mejora la comunicación dentro del equipo al proporcionar una visión clara del estado de cada integrante, lo que facilita el intercambio de ideas y la colaboración. A medida que los equipos adquieren experiencia y autonomía, se vuelven más resolutivos, permitiendo al líder enfocarse en tareas estratégicas y en motivar a las y los trabajadores. Este enfoque incrementa tanto la satisfacción como el rendimiento laboral, ya que el líder responde a sus necesidades específicas, desde brindar orientación detallada hasta otorgar mayor libertad.

Además, este modelo contribuye a crear un ambiente laboral positivo y fluido, donde las personas desean trabajar y sentirse parte activa del proyecto. Fomenta la innovación y la creatividad, ya que las y los trabajadores motivados se sienten respaldados para proponer ideas y soluciones. Por último, al combinar todas estas ventajas, el liderazgo situacional hace que la residencia sea un lugar atractivo para trabajar, logrando retener y atraer talento valioso al servicio de niños, niñas y adolescentes.

Para ejercer un liderazgo situacional es necesario llevar a cabo los siguientes procesos:

Diagnóstico: Analizar la situación actual, identificar la madurez madurez de los miembros del equipo, las demandas del proyecto y los procesos en marcha.

Preparación: Definir en detalle cuál sería la situación ideal para alcanzar los objetivos. Esto permite establecer un punto de referencia para comparar el estado actual con el deseado.

Valoración: Evaluar el nivel de desempeño del equipo, identificando fortalezas y áreas que requieren desarrollo para avanzar hacia los objetivos propuestos.

Madurez: Determinar el grado de experiencia y desarrollo de cada miembro del equipo. Este análisis ayuda a decidir cuánta autonomía se puede otorgar, ajustando el nivel de supervisión según corresponda.

Selección del estilo de liderazgo: Elegir el enfoque de liderazgo más adecuado para la situación y aplicarlo de manera consciente. La flexibilidad es fundamental, ya que el liderazgo situacional no es estático. A medida que los equipos crecen en madurez y confianza, el líder debe reevaluar y ajustar su enfoque.

Tipos de liderazgo según la situación

La teoría del liderazgo situacional identifica cuatro estilos principales, cada uno aplicado dependiendo del nivel de madurez y experiencia del equipo, sin embargo, no son excluyentes y pueden combinarse según las necesidades específicas de la residencia, los casos atendidos y la dinámica del equipo.

Liderazgo directivo: Ideal para equipos nuevos o con poca experiencia. El líder proporciona instrucciones detalladas y supervisión constante. En una residencia, podría usarse para entrenar a nuevos integrantes en protocolos básicos.

Liderazgo supervisor: Se aplica cuando el equipo tiene cierta experiencia, pero aún necesita orientación. Aquí, el líder empieza a delegar responsabilidades, aunque mantiene una supervisión cercana. Es útil en situaciones donde el equipo aborda tareas nuevas o complejas.

Liderazgo asesor: Orientado a equipos con alta experiencia y autonomía, permite una toma de decisiones conjunta entre el líder y el equipo. En el ámbito residencial, este estilo fomenta un ambiente participativo y fortalece las competencias del equipo en intervenciones complejas.

Liderazgo delegador: En este nivel, el líder confía plenamente en el equipo y delega casi todas las decisiones, enfocándose solo en tareas estratégicas. Este estilo es apropiado para equipos consolidados y con gran capacidad de autogestión.

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