¿Qué entendemos por acompañamiento de equipos?
El acompañamiento es un proceso que brinda soporte en las dimensiones técnica, emocional y administrativa del trabajo. Está diseñado para ser un espacio de aprendizaje mutuo que fortalece la práctica profesional al reflexionar sobre los procesos de intervención realizados, identificar aprendizajes y planificar acciones futuras. Este modelo, lejos de ser punitivo, crea un entorno seguro donde el equipo puede expresar incertidumbres, compartir experiencias y recibir orientación en situaciones complejas. Fomenta una cultura organizacional positiva y mejora la capacidad de los equipos para responder de manera efectiva a las demandas del entorno.
Su propósito es impulsar prácticas responsables y comprometidas que garanticen un desempeño reflexivo que aporte colectivamente a la toma de decisiones en las diferentes intervenciones de los niños, niñas y adolescentes en la residencia de protección.
Al brindar este soporte, se busca asegurar la eficacia en las labores diarias y fortalecer el compromiso ético y profesional de quienes integran el equipo. Este proceso va más allá de lo técnico, se trata de crear un entorno donde las personas puedan sentirse respaldadas y seguras en su práctica, lo que, a su vez, repercute en una atención más adecuada para los niños, niñas y adolescentes.
Abre las puertas al aprendizaje continuo, reconociendo que cada experiencia es una oportunidad para crecer y mejorar. Es un espacio que promueve tanto el desarrollo profesional como el personal, integrando al equipo con la organización y fomentando su sentido de pertenencia. Al ofrecer un lugar de acogida, este modelo de apoyo se convierte en un puente que conecta las demandas laborales con las necesidades humanas de quienes cuidan y protegen a NNA.
Dónde poner atención
Para que el acompañamiento cumpla su propósito, es importante prestar atención a varios aspectos específicos que determinan su efectividad:
- Creación de espacios seguros: Garantizar que el equipo pueda compartir sus inquietudes sin temor a repercusiones negativas, promoviendo la confianza y el respeto mutuo.
- Enfoque no punitivo: Utilizar el acompañamiento como una oportunidad de reflexión y mejora, en lugar de evaluarlo como un control de desempeño.
- Disponibilidad y cercanía: Asegurar que quien acompaña esté accesible y atento a las emociones y necesidades del equipo.
- Confidencialidad: Resguardar el contenido de las reuniones y solo compartir información cuando exista un riesgo inmediato y grave.
Buenas prácticas
Para lograr un acompañamiento efectivo, es necesario incorporar prácticas que permitan maximizar sus beneficios:
Fomentar el aprendizaje grupal:
Establecer espacios colectivos que faciliten el intercambio de experiencias y estrategias, reconociendo los problemas como desafíos compartidos.
Acompañamiento individualizado:
Ofrecer apoyo especializado que atienda las necesidades particulares de cada integrante del equipo.
Establecer acuerdos claros:
Documentar roles, responsabilidades y formas de trabajo, promoviendo la transparencia y la organización.
Promover la reflexión crítica:
Facilitar discusiones sobre las emociones y los aspectos éticos del trabajo, ayudando a equilibrar la autonomía profesional con la responsabilidad organizacional.
Priorizar el apoyo emocional:
Reconocer y abordar las implicancias emocionales del trabajo para prevenir el desgaste y fortalecer la resiliencia.