Cuidar a quienes cuidan

¿Qué es el burnout?

Para poder tratar bien a otros, uno tiene que estar bien, por tanto, cuidar a quienes cuidan debiera ser una premisa en las residencias de protección, así como también alentar el buen trato hacia uno mismo, mediante el autocuidado.

Quienes trabajamos al servicio de niños, niñas y adolescentes que han sido vulnerados, estamos expuestos a un desgaste profesional y personal que nos puede llevar al agotamiento de nuestras labores, también conocido como burnout. Este estrés sostenido debilita el sistema inmunológico, lo que puede causar diversas enfermedades.

El burnout, descrito por Freudenberg en 1974, se define como un estado de fatiga o frustración resultante de la devoción a una causa, estilo de vida o relación que no produce las recompensas esperadas y en el caso de cuidadores y cuidadoras, el reconocimiento generalmente es tardío. No se trata de un agotamiento por exceso de trabajo que pueda aliviarse con vacaciones, es una erosión profunda que puede implicar la pérdida de fe en la misión de ayudar a otros.

Dónde poner atención

Es importante estar atentas y atentos a cierta sintomatología que puede encender las alarmas que nos indican que no hemos estado cuidándonos lo suficiente.

La desmotivación, la irritabilidad y el decaimiento emocional; sentir una sensación de vacío, un deterioro del autoconcepto y tener una visión negativa de la vida y de los demás son señales claras de que algo no anda bien. La culpa y la autoinculpación por la falta de logros con los NNA, así como los sentimientos de omnipotencia, también pueden aparecer. Estos sentimientos oscilan entre la impotencia y la omnipotencia, y entre la autoculpabilización y la culpabilización de otros.

En el trabajo mismo, podemos manifestar una excesiva distancia con los NNA, como una forma de protegernos de la frustración. O pueden surgir ideas de incompetencia, fantasías de abandono o cambio de trabajo; crisis vocacional o valóricas.

Por otra parte, la traumatización es un efecto significativo del agotamiento profesional, especialmente cuando se activan nuestras propias experiencias de abuso y maltrato, ya sean conscientes o inconscientes, actuales o pasadas. Esto nos puede llevar a una hipersensibilidad frente a situaciones en las que sentimos que nuestros derechos son vulnerados, resultando en una hiperreactividad.

Estrategias de autocuidado y cuidado institucional

Si bien los sistemas de estrés se activan cuando enfrentamos amenazas, miedos o sentimientos de incapacidad para realizar una tarea, siempre podemos recurrir a los sistemas de calma, que nos permitirán equilibrar estos estados de tensión.

Autocuidarse implica activar estos sistemas de calma de manera consciente y regular.

Algunas estrategias para activar los sistemas de calma son:

Apego y contacto físico:

Uno de los mecanismos biológicos más importantes para activar el sistema de calma es el apego. Estar con alguien que nos quiere y nos toca es esencial. El contacto físico, como un abrazo o una caricia, tiene un efecto positivo significativo en nuestro bienestar emocional y fisiológico.

Actividades placenteras:

Realizar actividades que nos gusten y que sean satisfactorias es fundamental para el autocuidado. Dedicarse al menos media hora al día a hacer algo que nos produce placer, no porque sea parte de nuestro trabajo, sino porque nos gusta, ayuda a activar nuestros sistemas de calma.

Actividad física:

Nos ayuda a neutralizar las hormonas del estrés, como el cortisol. Incorporar ejercicio regular no solo mejora la salud física, sino que también activa los sistemas de calma, ayudando a reducir el estrés y promoviendo el bienestar general.

Contacto con la naturaleza:

Salir al aire libre y tener contacto con la naturaleza tiene un efecto calmante. Las actividades al aire libre y en contacto con la naturaleza ayudan a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo.

Respiración:

La respiración consciente es una herramienta poderosa para activar los sistemas de calma. Inspirar activa el sistema de estrés, mientras que expirar activa el sistema de calma. Practicar ejercicios de respiración, como inspirar en tres tiempos, mantener uno y exhalar en tres o cuatro tiempos, puede restaurar rápidamente el equilibrio.

Meditación:

Dedicando unos pocos minutos un par de veces al día, se pueden reducir los niveles de estrés y promover un estado de tranquilidad y bienestar. Podemos evocar el estado meditativo pintando, regando las plantas o haciendo una actividad que nos guste y relaje.

Además del autocuidado, es importante que las instituciones implementen estrategias para cuidar a sus equipos de trabajo.

Dos elementos clave en este ámbito son los espacios de descompresión y los protocolos para situaciones de crisis.

Espacios de descompresión:

Es esencial tener espacios formales de descompresión donde el equipo pueda compartir y discutir las situaciones difíciles que enfrentan. Estos espacios deben ser cotidianos y, al menos, una vez a la semana. Este tipo de reuniones permiten ventilar emociones, recibir apoyo y construir un sentido de comunidad y comprensión mutua.

Protocolos para situaciones de crisis:

En casos de crisis, el equipo debe detener sus actividades normales y crear un espacio especial para abordar la crisis, asegurando que se brinde el apoyo necesario y se gestione adecuadamente el impacto emocional en el equipo.

¡Fórmate con nosotros!

Sé parte de la comunidad PROTEGE y transformemos la vida de niños, niñas y adolescentes que han sido gravemente vulnerados.

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